miércoles, 1 de abril de 2009

"Cuadra picha" la zona rosa del sur

De oriente a occidente, al sur de la ciudad de Bogotá, justo al declinar el puente que cruza la Avenida 68 sobre La Avenida Primera de Mayo está la llamada “zona rosa del sur”. Una tronera iluminada que va multiplicando las imágenes al compás de ritmos que se anudan en el aire, en figuritas irregulares de mil colores mientras los últimos rayos de sol se pierden cómplices de las vidas que sueñan, sufren y gozan noche a noche más allá del oleaje de los cuerpos.

“Mi infancia en una rueda de bicicleta”

Hace 18 años que vivo en el sector y las razones por que mis padres lo escogieron fue por ser el sitio ideal para vivir, central, silencioso y sólo hogares de familia, pero todo dejó de ser así unos años después, cuando comenzaron a construir el Centro Comercial Plaza de Las Américas, SAO.

Al principio, todos los vecinos estaban muy felices, porque nuestras viviendas se iban a valorizar, pero después nos comenzamos a dar cuenta que las viviendas que daban de frente al Centro Comercial, progresivamente se convertían en tiendas y ventas de licor frecuentadas cada vez más por las personas que estaban de paso por SAO.

Teníamos todo lo que una persona necesita para vivir, hasta una sala de velación; El Apogeo, que desde que tengo memoria ha existido ahí, en la Primera de Mayo.

Y alrededor dejaron de ser pequeñas tiendas de víveres y venta de licores para convertirse en grandes bares. Comenzaron a construirlos en un sitio en el que unos años atrás era solo calma y tranquilidad. El recuerdo aun lo tengo montando bicicleta por esa cuadra en donde ahora ni siquiera un carro puede entrar un viernes, porque un mar de gente se adueñó de todos los espacios. Cuando camino por estas calles sé que jamás existirá allí nuevamente esa calma que alguna vez viví con mis amigos de barrio.

Conviviendo con este ambiente, he comprendido las cosas que están sucediendo a unas pocas cuadras de mi hogar, mientras mis padres duermen en una casa que se convirtió en una fortaleza de rejas y dobles candados. El sector donde crecí ahora es un multimercado variado y oscuro: juguetes, ropa, manillas, drogas, armas, mazorcas, perros calientes (al parecer los mejores y más baratos de la ciudad), frutas, verduras, mujeres, hombres y niños en situación de prostitución. Si viene a mi barrio, puede estar seguro que lo va a encontrar, corriendo el riesgo de que lo roben o le den una dosis de burundanga y amanezca sin saber quién es o qué pasó.

Caminar por “Cuadra Picha” (bautizada así desde hace unos tres años) es una experiencia única, porque al ir de un lado al otro de la cuadra una avalancha de “jaladores” se pelean por ti. Parecen insectos con ganas de sangre, te gritan al oído y hasta te venden su alma, jurando que el de ellos es el mejor bar. Ahora hay que sumar el ruido ensordecedor a toda hora de muchos bares (rock, salsa, merengue, vallenato, electrónico, rap, etcétera.) y el de nubes de personas, al tiempo. Visitar mi barrio un viernes o un sábado es toda una experiencia, difícil de olvidar. Pero como recomendación no traigas nada de valor y ven siempre acompañado.

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